Roberto y el Narcotráfico.
Había
una vez un muchacho que quería ayudar económicamente a su familia ya que su padre había
muerto por medio de la delincuencia en su estado. Un día salió Roberto, el
muchacho, a buscar trabajo y le pidió ayuda a su mejor amigo Emiliano llegaron
los dos a una pizzería y pidieron informes sobre el trabajo y le dijeron que no
ganaban mucho dinero. Él pensó que con tan poquito dinero no podría salir adelante,
el jefe decidió ofrecerle otro trabajo, se fueron en el automóvil que era del jefe y al llegar a su destino vio
que había muchos jóvenes y mujeres con armas y que eran prostituidos, el
muchacho salió del auto y les dijo que podía hacer para formar parte de ese
trabajo, y solo le dijeron que ese trabajo era de repartir droga a las persona s que se lo pidieran le
pagarían $30,000 por cada paquete de droga, el acepto y le dijeron que era
BIENVENIDO. Años después su mamá vio que tenía mucho dinero y su mamá empezó a
sospechar. Un día se dirigió al muchacho y le pregunto que en que trabajaba y
el muchacho le contesto que era narcotraficante y la mamá le dijo que si no dejaba ese trabajo lo iba a
denunciar, el muchacho le pego y le dijo a su mamá que si lo denunciaba se las
iba a cobrar con su familia la mamá asustada y llorando fue a denunciarlo. A la
mañana siguiente el muchacho se entero que su mamá le levanto una denuncia y
fue a buscarla. Al encontrarla le pego y de tantos golpes la mató. El muchacho
solo pensaba en el dinero ya que se le había hecho un vicio, pero años después
quiso salirse de ese trabajo el cual ya no pudo. Lo golpearon todos sus
compañeros de trabajo, y el muchacho lloro y se puso a pensar (porque no le
obedecí a mi madre, porque hice todo esto ahora me arrepiento de todo lo que he
hecho y ahora me toca a mi pagar todo el daño ahora es demasiado tarde).
Después cuando lo mandaron a entregar otro paquete de droga el mismo fue a
entregarse a las autoridades y denuncio a sus demás compañeros y les dieron
pena de muerte por los delitos que habían cometido. El muchacho nunca volvió a
dormir, a vivir tranquilo y años después murió en la cárcel.
ANDREA MONTSERRAT FLORES HUERTA.
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